domingo, 1 de mayo de 2011

Hoy he tenido mi propio momento “Manhattan” al más puro estilo Woody Allen



Como Woody Allen en “Manhattan” tengo que encontrar las palabras adecuadas para presentaros mi relación con Malta, difícil tarea para una analfabeta emocional, pero necesaria en cualquier caso.




El pequeño personaje de las gafas gigantes y pelo revuelto empieza una de sus tantas historias diciendo:



“Él era tan duro y romántico como la ciudad que amaba. Tras sus gafas de montura negra se agazapaba el vibrante poder sexual de un jaguar. Nueva York era su ciudad y siempre lo sería.”



La distante mujer de pelo rizado y gafas oscuras, empieza otra de sus tantas historias sin final diciendo:



Ella, siempre tan rosa y dulce por el día, como desgarradora y oscura por la noche, se dejo caer en la ciudad de la calma. Sin prisas, sin ruidos y con una luna más grande que jamás había imaginado. Recordó esas noches en las que cantaba “quisiera ser tan alta como la luna” y soñaba que algún día lo sería. No le parecía que estuviese tan lejos y todavía no había sentido el vértigo que da mirar al infinito de un cielo despejado. Sentía que esa canción estaba hecha para ella y que, de algún modo, un día conseguiría ser tan alta como *qamar. Y lo fue.



Se dejo caer en una pequeña isla sin tiempo, donde los relojes pierden sus propiedades y las campanas anuncian la llegada de las horas. Sin tiempo que mirar, pero con muchas suelas que gastar, decidió pasear cerca del mar, acompañada de Bob Dylan, Lou Reed y Christina Rosenvinge. Extraña combinación marcando el ritmo de sus pasos. Se siente libre, no hay prisas y nadie empuja a nadie.



Esta noche subirá al tejado y, como otra gata más, aullará a la luna. Noche tras noche conseguirá ser tan alta como ella. Y por fin, la canción que cantaba cuando era una niña se transformara en realidad, y todo lo imposible pasará a ser posible. Quizás un día se descubra volando por las islas mientras hace el amor. Quizás sea la primera astronauta que no necesita traje espacial. O quizás, simplemente entre en Éxtasis como Santa Teresa.



Sea como sea, y tan sólo por el momento, tiene una relación sentimental con este país. Y como en toda relación no faltan las discusiones atormentadas y pasionales que se solucionan a la luz de la luna; los abrazos sin un porqué; las aburridas tardes sin nada que hacer; los días sin noche y las noches sin día; la amistad, el odio, el sexo y el amor infantil; las mañanas sin risa que terminan con lluvia y los amaneceres más bellos que jamás imaginaste; horas de bendita soledad donde sólo estamos los tres: mi cuerpo, mi mente y tú, mi país adoptivo.



“Él era tan duro y romántico como la ciudad que amaba”; ella siempre fue una soñadora de color rosa. Él escondía “tras sus gafas de montura negra el vibrante poder sexual de un jaguar”; ella viste cristales oscuros que invitan a soñar con la chica que se esconde detrás. “Nueva York era su ciudad y siempre lo sería”; Malta es su ciudad Ahora y nunca diré un para siempre, sólo un por el momento.