domingo, 16 de diciembre de 2018

Un corazón quemado, un corazón renovado.


El jueves me practicaron una ablación cardíaca y hoy he podido agacharme a poner agua a los gatos sin miedo a sufrir una arritmia.


Todo empezó hace algo más de un año, aunque su origen se remonta a la adolescencia.
Empecemos por el principio. Hasta el año pasado creía que todo el mundo sufría arritmias, que era algo normal, pero mi cardióloga me aclaró que no, que eso no era normal. Hasta donde puedo recordar, tuve mi primera arritmia sobre los 13 años. Recuerdo la sensación de perder el conocimiento y de repente como el corazón se aceleraba, quedándome en la cama de mis padres, esperando a que acabase como empezó, súbitamente.
El problema es que esta clase de arritmias las acababa confundiendo con las que van aumentando poco a poco, las de miedo escénico, las de ansiedad, pero no, por las que han tenido que intervenirme son unas que aparecen súbitamente y han llegado a ponerme el corazón a más de 250 pulsaciones por minuto.
El problema viene cuando los propios médicos te tratan de histérica, ansiosa, menstrual….anda, como se nos ve a las mujeres desde el prisma machista.
Pero volvamos a la historia de las arritmias y entenderéis porqué he dicho esto.
Pasaron los años y desaparecieron, hasta la veintena que volvieron a dar la cara. Como no era capaz de controlar el ritmo de mi corazón, fui a urgencias, llevaba más de 30 minutos con el corazón aceleradísimo. Y allí el buen doctor de guardia me dijo, ¿has discutido con el novio?. Y se quedó tan contento.
Ansiosa, histérica, otra vez….y la verdad es que sí hay ansiedad, pero después de sufrir una arritmia de ese tipo, tienes miedo a que vuelva a pasar, sufres ansiedad, pero no al revés.

Hace un año y medio volvieron a aparecer en su versión más heavy. Y aquí tengo que aclarar porque he dicho más arriba sin miedo a agacharme y es que aparecen súbitamente cuando me agacho. Un día poniendo la lavadora, otro jugando con Julia, la del hospital en urgencias con el absceso (ésta hay que contarla más detenidamente) y la última, dejando los zapatos en el zapatero.
Me agacho, siento que voy a desmayarme, pierdo la visión por un segundo y cuando vuelve a parecer, el corazón está a más de 200 pulsaciones por segundo. Es como un interruptor, como si enciendes la luz y aparece la arritmia, y tal como aparece se va, de la misma manera, súbitamente, otro interruptor y acaba la locura. Normalmente me duraba unos 30 minutos o más, donde notas que no puedes respirar.
Después de una de estas crisis empieza la ansiedad de ¿me agacharé y me dará otra vez?, el cuerpo contracturado y la incomprensión por parte de médicos y gente cercana.
En una de estas veces, tuve que llamar al 112 y prácticamente me trataron de madre agotada e histérica, que necesitaba descansar.

Por “suerte”, sé que era una problema fisiológico y parece que ya está solucionado. Por desgracia, según me comentaba la cardióloga muchas mujeres son tratadas con ansiolíticos e incomprensión por parte de médicos, cuando lo que tienen es lo que se llama fisiología de doble vía nodal. Explicado sencillo, el corazón hace un circuito erróneo al tener “otro cable” por el que no debería ir y cuando va por ahí se produce la arritmia. Tiene que ver con el circuito eléctrico del corazón. Con la ablación eléctrica se quema esa parte y ya no debería volver a suceder. Yo lo tenía en el centro del corazón por lo cual fue muy rápido y fácil de acceder.

Cuando te sucede esto puedes hacer varias cosas para controlarlo, apretar como si quisieras hacer caca o toser. Y la opción más heavy que te “reinicien” el corazón, que es lo que me sucedió en urgencias cuando estaba allí por el absceso de psoas. Notas que te vas y vuelves, es muy rápido pero una sensación que nunca olvidas.
Lo bueno es que allí me pudieron hacer un electro en el momento donde se ve la arritmia a más de 200 y el circuito erróneo que hace el corazón. Eso me ha servido para convencerme de que me tenía que operar y como prueba para justificar al mundo que es real (es mi sino, siempre justificando que lo que me sucede es real, como los 10 días en el hospital después de un mes con dolor y prácticamente sin andar).

Escribir esto era necesario por mí y para mí, soltarlo, gritarlo y llorarlo, y para ti, por si tú, mujer, lo sufres o lo has sufrido saber que no, no es normal y que no es tu culpa.



viernes, 10 de agosto de 2018

El día más triste de mi vida



El día más triste de mi vida no fue el día en que murió mi madre, sino unos días antes, cuando mi padre y yo llevamos a mi madre a urgencias y nos dijeron que le quedaban días.

Fue el día que la llevamos a casa para ver como se moría, y no por verla morir, lo haría una y otra vez con tal de estar a su lado, sino por saber que ya no había nada que pudiéramos hacer, que era irreversible, injusto y demasiado pronto para ella, para todxs.

Esa sensación de a mi no me va a pasar, desapareció y en su lugar se instalo la vulnerabilidad.
Igual que el que vive en paz y de repente una guerra se apodera de su ciudad y se ve obligado a huir, nunca piensas que puedes ser tú.

Ese hecho, más que ninguno, me impulsó a irme a Malta sin a penas saber inglés y sabiendo que estaría sola la mayor parte del tiempo. A tener una hija en Malta, sin ningún tipo de red, e irme luego a Sydney teniendo pánico a montar en avión, sabiendo que la vida es ahora.

El día más triste de mi vida me ha ayudado a seguir con la crianza que he creído mejor para Julia, pese a no ser la norma. A ser valiente y buscar el camino que mejor se adaptaba a nuestra vida familiar, que puede no ser el tuyo, pero no es el dado por sentado.

El día más triste de mi vida permitió buscar la vida que realmente quería vivir, no esperes a que llegue el día más triste de tu vida para vivir, la vida es ahora. O como diría la Carla adolescente que leía El Club De Los Poetas Muertos, Carpe Diem.

sábado, 10 de febrero de 2018

Simplemente carligochi, ésta soy yo.


Llevo un tiempo con la necesidad de escribir esto. Una necesidad creada por los constantes juicios a los que me he visto sometida. Si ya las madres son juzgadas constantemente y sin ninguna impunidad, una madre que no está dentro de lo que hace la mayor parte de ellas se ve abocada una vorágine de juicios que pueden llegar a hundirte, aunque siempre te vuelvas a levantar a la mañana siguiente.
Primero tengo que dar dos datos, Julia todavía no está escolarizada y la educación obligatoria está comprendidas entre 6 y 16 años, y otra cosa muy diferente es que la mayor parte de niños entren en la escuela a los 3 años con una falsa idea de que sino no socializarán. ¿Qué pasa con todos esos abuelos que no fueron a la escuela o fueron en edades más avanzadas?, ¿acaso son seres asociales?. A parte de que sea un manera muy artificial de socializar, sólo con un número determinado de niños que tienen que ser de tu misma edad y seguramente estatus social. Me imagino de mayor preguntando en qué año naciste, a no, lo siento, yo soy del 81, no podemos ser amigos. Algo que veo sucede en los parques producto de esa manera de clasificación.
Por otro lado, la necesidad de escolarización surgió en un momento dado donde la analfabetización era altísima y era una necesidad para una sociedad que ya no existe, ahora la posibilidad de acceder al conocimiento por otro medios que no sean la escuela es altísimo y mucho más rica. Pero eso es otra historia, y no voy a entrar en eso.

De lo que quiero hablar es de que tan válida es la familia que lleva a su bebé de 4 meses a la guardería, como la que decide no escolarizar hasta los 6 años, que repito es la edad obligatoria (pregúntense porqué en todos los países empieza en torno a los 6 años, acaso no deberían estar los niños hasta esa edad simplemente jugando)
Esa decisión es producto de circunstancias familiares, económicas y personales y debería ser respetada por el resto de individuos. Pero parece ser que en el momento en el que no haces lo que se espera de ti, das derecho al resto de individuos a que te juzguen cuando y como quieran. Algo que no se me ocurriría hacer cada vez que una madre me habla de a qué cole va su hija. Imaginaos que empiezo a soltar una charla sobre la perdida de libertad y movimiento, sobre lo artificial que es, sobre el aprendizaje guiado por el niño, por lo absurdo que resulta pensar en una hora de siesta igual para todos, como si fuésemos robots que se pueden programar. Pues no, no lo hago, porque esa familia ha tomado esa decisión porque es lo que creen mejor para su hija, porque hacerlo así dañaría a esa persona y porque no todos tenemos la misma visión del mundo o queremos vivir de la misma manera.

Cuando suceden estas cosas, qué cosas os preguntaréis, pues situaciones en las que tu hija es maravillosa, todo el mundo está encantado con ella, con su naturalidad e inteligencia, pero le preguntan por el cole, ella responde que no va al colegio y por arte de magia la niña que les había enamorado hace un momento empiezan a crecerla tres brazos por no ir al colegio, encoje y casi desaparece.
Cuando suceden estas cosas y acabo llorando en mi habitación siempre tengo ganas de decir lo siguiente:

Llevo más de cinco años acompañando a Julia. Antes de que naciese leí mucho sobre cómo se desarrolla el cerebro de los peques, las fases por las que ha de pasar y como acompañarla de manera respetuosa, y así lo he estado haciendo. En ningún momento me planteé que no iría al colegio, pero ella no estaba preparada, no era eso lo que necesitaba y yo seguí acompañándola. Aquí podría hablar de que es una niña muy sensitiva y con una sensibilidad impresionante, pero eso es otra historia.
Hoy en día ya está preparada y es ella la que ha decidido que es el momento. Lo mismo sucedió con dejar el pañal, la lactancia y muchas cosas más. Nosotros hemos acompañado su desarrollo natural que es único y diferente para cada niña.

En estos cinco años he buscado prácticamente a diario ofrecerle espacios y actividades que le resultasen atractivas al momento en el que estaba. Siempre usando la idea de tirar del hilo. Hemos hecho todo tipo de experimentos cuando sentía una especial atracción por el mundo de la ciencia, los cuales hemos complementado con visitas a museos y libros, siempre libros, muchos libros.
En su etapa de diseñadora de moda, cosimos, diseñamos, visitamos el museo del traje y seguimos investigando sobre la moda.
Hace poco estaba totalmente fascinada con la robótica y quería diseñar y programar un robot. ¿Qué hicimos?, aprendimos a programar, hicimos diseños de como quería que fuese.
Vamos a la biblioteca cada semana y cogemos 8 libros que leemos mínimo una vez al día.
Siempre pintamos, y seguimos pintando.
Cada noche leemos antes de dormir y por el día siempre buscamos un momento para leer.
Bailamos, vamos a parques y hacemos todo tipo de manualidades.
Julia ha escrito sus propios cuentos, con sus ilustraciones y su historia.
Cocina desde muy pequeña y ha hecho todo tipo de recetas.
Incluso hemos trabajado de forma más formal la lectroescritura y matemáticas a través de un aula virtual homologada en EEUU.
Y podría seguir llenando páginas enteras, porque me esfuerzo mucho, porque esto no es dejadez, es una decisión meditada que lleva mucho trabajo detrás. Hay un trabajo de observación para buscar el interés en cada momento, de búsqueda para poder tirar del hilo, de preparación y de ejecución y así durante 5 años. Y claro que tenemos temporadas en las que nos dejamos llevar y no hacemos tantas cosas, sólo hay que observar a Julia y saber qué necesita en ese momento. Pero dejad de juzgarme como si me quedase en casa porque fuese una inconsciente, precisamente es lo contrario, soy muy consciente de lo que el sistema educativo actual podría hacer con Julia. Estoy harta y estoy cansada de sentirme tan juzgada y sola. Así que hoy pienso gritar que estoy orgullosa de todo lo que hemos caminado estos 5 años y de como me he levantado cada vez que he acabado en el fango. De que ha sido muy duro a veces, por esa soledad a la que te expones si no estás dentro del sistema, pero que lo he conseguido, que soy una mujer muy fuerte y nada ha hecho que deje a un lado lo que creía era mejor para Julia en cada momento


La única manera de cambiar este mundo tan jodidamente podrido es dando la oportunidad a nuestros hijos de tener su propia vida y crecer como ellos necesiten crecer. Desde el amor y el respeto, y eso es lo que he estado haciendo.



domingo, 17 de enero de 2016

Éstas somos nosotras


Hace mucho tiempo que no escribo,  ni aquí  ni en facebook,  en ningún sitio.  Comparto publicaciones pero no comparto lo que pienso,  lo que hay realmente dentro de mi.

La Carla adolescente, la carla joven o anterior al exilio,  era un ser político,  reivindicativo.
Quien escribió un día es mi muro y me lo follo cuando quiero,  hace mucho que no folla...

Y éstas somos nosotras.

Colechamos desde el minuto 1 y seguimos haciéndolo.
Disfrutamos de la lactancia desde el minuto 1 y seguiremos hasta que ambas queramos. 

Nunca he dejado que Julia llore sin un abrazo, un consuelo o con la certeza de que estaría a su lado hasta que quisiera ese abrazo.
En mi casa no hay premios ni castigos,  no existe la niña buena ni la idea de portarse bien.  ¿ Portarse bien según quién? ¿Según las expectativas y necesidades del adulto o según el estado evolutivo de la niña en cada momento?
Papá Noel no viene porque sea una niña buena,  viene porque quiere compartir ese momento de felicidad con ella independientemente de su comportamiento y/o acciones.

En mi casa hay normas, pero pocas.
No gritamos y nos hablamos con respeto.
Nos pedimos perdón cuando nos equivocamos o no hemos sabido (o podido) hacer frente a una situación de una manera respetuosa o empática.  Todos nos equivocamos,  mamá y papá también.
Lloramos cada vez que lo necesitamos.  Estamos tristes si es lo que sentimos.  También nos enfadamos.  No hay sentimientos buenos o malos,  permitidos o censurados.  Todos y cada uno de ellos forman parte de nuestra vida y tienen su función
Y la más importante, no agredimos a los demás ni permitimos que otros nos agregan.  La integridad física y emocional es lo primero.

Julia no va al colegio y no irá hasta que ella quiera o sea la edad de escolarización obligatoria (que en España es a los 6 años)
Me niego a dejarla en una institución que busca crear seres sumisos y obedientes, no quiero que sea ni sumisa ni obediente,  quiero que sea un ser crítico y libre.
Me niego a que el conductismo asome la cara e intente domar a Julia como si de un perro adiestrado se tratase.
Qué pasará cuando lleguen los 6 años,  que ya no será una niña de 3 y tendrá más recursos.  Que espero haber dado con el colegio público que se adapte a nuestro estilo de crianza. Que espero que este país haya cambiado de gobierno y las cosas sean diferentes...
Quienes no conozcan a Julia y,  con lo que se transmite en España que debe ser un niño, pensarán que julia va pintando por las paredes,  que come sólo chocolate y se orina en el suelo.  Pero nada más lejos de la realidad. Y esto queda mal que lo diga yo así que lo digan quienes la conocen :)

Y por último,  haber vivido en tres países diferentes te permite ver otras realidades,  otras formas de hacer las cosas.
Simplemente con ir a un parque puedes ver qué le falta a esa sociedad,  dónde cojea.
Primero verás cómo está el parque,  si está limpio,  si los que allí están se encargan de que lo esté.
Si hay cuartos de baño para los niños y cómo están éstos.
Cómo se comportan los niños con el resto de niños y con el parque.
Cómo se comportan los padres con el parque y con sus propios hijos
Están los padres?
Y así podría seguir horas pero todas las respuestas me llevarían a que en España hay algo que está mal,  muy mal.  Y no voy a ir más allá porque eso daría para otro post,  sólo diré que estoy aquí pero aún hablando el mismo idioma no nos entendemos.

Se despide una Carligochi con un déficit de sueño importante que algo bueno tenía que tener.

lunes, 25 de marzo de 2013

Así es la maternidad, es ahora y será para siempre.

Seis meses intensos, quizá los mas intensos, con las mas variadas emociones conviviendo bajo el mismo techo, y el amor, redondo, haciéndolas crecer o desaparecer. Así es la maternidad, es ahora y será para siempre.

Ha habido momentos difíciles, sobre todo con la lactancia, la cual, curiosamente, es, hasta ahora, la cosa mas bonita que YO, como hembra, como mamífero, he vivido, vivo y viviré hasta que ambas lo deseemos.

La lactancia es placer, entrega, conexión, es animal, y, precisamente por eso, una imagina que va a ser coser y cantar, pero nada mas lejos de la realidad....los 3 o 4 primeros meses son adaptativos. Tú tienes que adaptarte a esa nueva faceta, tu cuerpo ha de doblegarse, la bajada de la leche, en mi caso un  exceso en la producción de leche y una bajada demasiado fuerte. Tu bebé tiene que adaptarse a ti y tú a él. Para ambas ha sido algo nuevo y hemos tenido que aprender.

Una vez instaurada, cuando ves sus ojos tras tu pecho, esa mirada que solo una madre puede contemplar, comprendes que toda esta gran obra de ingeniería que es la capacidad de alimentar a otros, es el regalo más bonito que puedes hacerle a tu hija y el más bonito que tu cuerpo puede hacerte a ti. Tu pecho se ha convertido en alimento, consuelo, vínculo, en oportunidad.

Otra cosa que me encanta de la maternidad, en realidad de Julia, es su sonrisa, eterna y desinteresada; amable y cómplice, la cual acompaña con toda su cara, y es que Julia cuando sonríe lo hace con boca, ojos y mejillas. Es una niña feliz, reflejo de una crianza respetuosa que deja madurar al bebé a su ritmo, sin imponer patrones de sueño antinaturales para la maduración de su cerebro. Sin rutinas adultas impuestas a un ser en proceso de crecimiento, sin adultocentrismo y con mucho apego y contacto piel con piel, o , lo que se ha llamado exterogestación.


Aunque no todo ha sido felicidad....La privación de sueño me ha pasado factura más de una vez y he sentido que mi cuerpo no me pertenecía y mi cerebro era incapaz de activar el botón de paciencia...por suerte, a los dos meses ya estaba lista para retomar mi amado yoga y he podido fluir en la mat. Inhalando profundo y exhalando lo que no necesitaba, domando mi cuerpo y mi mente para empezar y acabar el día con una sonrisa. Y sino, siempre te puedes dibujar una carita sonriente que te recuerde lo afortunada que eres y que, no dormir, que no se duerma; que tenga el día torcido o que, probablemente, lo tengas tú; es solo una parte mas de la maternidad que para nada la define. Sonríe!!

Así han sido estos 6 meses: intensos

Se despide una mamigochi redonda de amor

domingo, 23 de septiembre de 2012

La explosión: El parto y nacimiento



Somos mamíferos, somos animales, estamos preparados biológicamente para el alumbramiento.  Pero precisamente esa "superioridad" que nos da el bipedismo y nuestro cerebro más desarrollado,  hace que nuestros partos, al contrario que en el resto de animales, sean más dolorosos por lo estrecha de nuestra pelvis y el gran tamaño de la cabeza de nuestros bebés. También hace que nuestros bebés nazcan tremendamente indefensos y su primer año de vida dependan totalmente de sus padres, lo que significa brazos y más brazos, estar en constante contacto con sus progenitores y ser protegidos de cualquier cosa que pueda amenazar esa sensación de paz tan necesaria para su desarrollo como seres independientes y seguros. Y una vez dicho esto, comencemos con ese mágico día en el que ella iluminó nuestra vida.

5:00 El despertador natural de Julia.

La noche anterior el cielo estaba tremendamente enfurecido, la lluvia no paraba de caer y los truenos no cesaban. Pero fue un trueno en concreto, a eso de las 5 de la mañana el que despertó a Julia. Empecé a tener dolores de regla y parecían más constantes que los que había tenido los días anteriores, pero al poco volvieron a desaparecer, o tal vez no, el caso es que Sergio y yo nos levantamos porque la tormenta nos había puesto en pie.
Como buena maruja que soy, y porque teníamos una cita en el hospital que acaban durando tres horas, me dediqué a limpiar y a preparar canelones para dejar la comida lista.

10:30 La revisión semanal.

A las 10:30 ya estábamos en el hospital para mi revisión semanal y parece que tenía contracciones algo más constantes. De 11:00 a 13:30 estuve en una sala de espera repleta de gente teniendo contracciones cada 6, 5 minutos y luego cada 3. Lo que me preocupaba es que si había empezado el parto prefería irme a casa a dilatar y  volver cuando el parto estuviera bastante avanzado ya que tenía un montón de herramientas para usar que me ayudarían en el proceso. Les dijimos que si no iba a entrar ya que me iba a ir para casa porque parece que tenía contracciones regulares, así que me monitorizaron y explorarón y, SORPRESA; ya estaba de 4 cm. Que bien, no me lo podía creer, ya he hecho un buen camino, Julia estará con nosotros en unas horas. Las primeras lágrimas brotaron de mis ojos como la lluvia que había despertado a Julita, definitivamente es una mujer de agua.

14:00 Delivery Room.

A las 14:00 ya estábamos en nuestra delivery room al estilo inglés. Una habitación con silla de parto, cama reclinable, pelota de pilates...Sergio y yo, acompañados de nuestra matrona, ayudaríamos a Julia a venir al mundo.

Lo primero que hice es enseñarle mi plan de parto a la matrona donde quedaba más que claro que lo que buscaba era un parto respetado y lo más fisiológico posible.

Las contracciones empezaron a ser más fuertes, recordé que en ese momento tenía que dejarme ir, la oxitocina es nuestra mayor aliada, nuestra droga natural para afrontar el parto.
Con cada contracción inhalaba fuerte y dejaba mi útero relajado, expulsando el aire por la boca, era como dejarme ir...y funcionaba. Sergio no dejaba de masajear mis riñones y se adaptaba perfectamente a cada cambio, cada contracción. Pase de una silla a una pelota de dilatación, hasta que empezaron a ser más y más fuerte, era el momento de que el poder del agua caliente hiciera su trabajo. Me metí en la ducha y deje que el agua  resbalara sobre mi útero y mis riñones, que placer. No sé cuanto tiempo estuve pero sé que le dije a Sergio, "menuda factura les va a venir del agua".

Llegó un momento en el que ya no podía mantenerme de píe en cada contracción así que decidí salirme de la ducha e intentar volver a la pelota, era imposible, un dolor insoportable sacudía todo mi cuerpo y no era capaz de manejar mi respiración. Había leído tanto acerca del proceso de parto que sabía que hay un momento entre los 7 y los 10 cm donde muchas mujeres sienten que no pueden más con ese dolor, es el último camino para empezar la expulsión y pensaba que no iba a tener tanta suerte de estar ya en ese punto. Apenas llevaba dos horas...imposible haber llegado ya.

A cuatro patas, apoyada en la pelota de pilates empecé a sentir que a lo mejor no era capaz de manejar el dolor, necesitaba saber cuánto más quedaba para empezar a pensar en otras opciones. Les pedí que me explorarán, si quedaba mucho no iba a poder... Ya estaba de 9 cm, no me lo podía creer, Julia ya está aquí.

Me preguntaron si quería que rompieran la bolsa, algo que yo había puesto en mi plan de parto como una practica a no realizar, pero estando tan cerca de la expulsión sabía que una vez rota el proceso empezaría ya, así que accedí. A las 16:30 ya estaba preparada para empujar.

16:30 El último empujón.

Para mi esta fue la fase más difícil de todas, y eso que pensaba que resultaría la más fácil, pero estuve una hora empujando antes de que naciera Julita. Su cabeza asomaba, pero volvía para dentro...la matrona no me metía prisa, pero me dijo que podía necesitar una pequeña episiotomía si no quería desgarrarme,  le dije que si era necesario mejor hacerla.

Yo seguía empujando y nada, de cuatro patas pasé a estar de lado. Con cada contracción pensaba en mi útero trasportando a Julia, lo visualizaba y no había manera.
Hasta que no pude tocar su cabecita, y miré que llevaba ya casi una hora empujando, no di el empujón definitivo, la cabecita de Julia estaba fuera. Ella abrió los ojos y sacó la lengua.
Otra contracción, otro empujón y estaría con nosotros. Y así fue, la oí, la cogí de entre mis piernas y la puse sobre mi pecho desnudo, no podía ser más feliz, era ella, nuestra pequeña Julia. Preciosa, pequeñita y suave.

Ya no me importaba nada, ni la pequeña episiotomía, ni la hora empujando, ni un agujero en el espacio, eramos nosotros, los tres juntos, sintiendo el amor en cada poro de nuestra piel, amor es su nombre.

A los 10 minutos Julia ya estaba mamando, creo que se tiró una hora antes de volver a quedarse dormida. Se enganchó de forma natural y la oxitocina volvió a hacer de las suyas...estábamos conectadas, drogadas y me sentía algo más eterna.

El parto fue genial, tal como lo había planeado (menos por la episiotomía), en tres horas y media tenía a Julita conmigo, sin epidural, sin anestesias, sólo ella y yo trabajando, dejándonos llevar por nuestros instintos animales.

Llevaba nuevo meses preparándome para este día, sin duda la mejor manera de enfrentarse a algo es el conocimiento, conocer tus opciones, tu cuerpo, qué es necesario y qué no lo es, por qué la instrumentalización y medicalización de los partos no ayuda a la madre ni al bebé y que, en definitiva, estamos preparadas para parir y podemos hacerlo si nos dejan, sin presiones y como nosotras queramos. Es nuestro cuerpo y el momento más feliz de nuestra vida como para que lo estropeen malas prácticas.

Se despide una mamigochi con ojeras.

sábado, 21 de julio de 2012

El secreto de la inmortalidad

Tenía varias entradas preparadas sobre los cuidados que estoy siguiendo durante el embarazo, el colecho, la lactancia a demanda...pero de todo ésto lo podéis leer, y de manos más expertas, en muchos de los magníficos blogs sobre "crianza natural", crianza respetuosa, que hay.
Así que he decidido dejar que mis dedos bailen a su ritmo y mi cuerpo gire al compás que ella marque, "como deseéis princesa"

Una carligochada

Todo empezó hace algo ya más de siete meses. Al principio sientes que no sientes, pero con tu primer salto, tu primera patada todo cambia, empiezas a conectar con una parte de tu cuerpo que antes no estaba allí y que ahora habita la suite principal. Ese pequeño ser que va construyendo su nido con cada ramita que tú le brindas.

Te siento con cada respiración, cierro los ojos e inhalo profundamente. Noto como mi vientre empieza a moverse, como si esa bocanada de oxigeno fuese un interruptor.
Pongo mi mano en mi estómago y empieza a elevarse, lo que creo que es tu cabeza se ha posado bajo mi palma, conectamos aún más.

Por las noches decides hacer de mi vientre tu sala de juegos...saltas, nadas, respiras, tocas y me sientes igual que yo te siento. Cuando me despierto y giro la cabeza veo allí a tu padre, siento que no existe en el mundo nada más hermoso, entonces pienso en ti, en papá y tú compartiendo un sueño. Me recreo en mi mente y  comprendo el auténtico significado de la palabra amor. La felicidad está aquí y ahora, no se puede medir, no se puede atrapar, pero brota de mi vientre e invade toda la habitación.

Hay miedos, incertidumbre, pero mi instinto animal me ha estado preparando para este momento desde el momento en que yo fui esa persona que habitaba el vientre de otra Julia.

Ahora que tú formas parte de nosotros me siento más cerca de la inmortalidad, creo que éste es el secreto de la eternidad.

Se despide una carligochi enamorada de vosotros, patatagochi y patagochi. No hay dos sin tres.